Este mes de Noviembre el trabajo se ha centrado en la escucha corporal a través del movimiento, el tacto y el diálogo con nuestro cuerpo y nuestra propia imagen. La silueta que marcamos sobre el papel se convierte en un mapa en el que bucear, en el que sumergirnos para conectar con nuestra parte racional, emotiva e instintiva. Este mapa va cobrando forma cuando conectamos con nuestras sensaciones, pensamientos y emociones más profundas. Así podemos descubrir el olvido al que sometemos a veces a nuestro corazón, o la pérdida de nuestro lado más espontáneo y primitivo. También se hace más patente el predominio del pensamiento, de las ideas y el control racional de nuestra vida casi sin darnos cuenta, evitando así el emerger del impulso y de las emociones más profundas, las más puras y sinceras.
El dialogar con nuestras máscaras puede abrirnos las puertas a una nueva imagen de lo que deseamos, de lo que necesitamos, de lo que ya nos sobra o nos impide ser más auténticos.
Poco a poco vamos mostrándonos al grupo, dejándonos ver, dejándonos sentir...
Y no hay que tener prisas, porque ya está latente en cada encuentro un impulso hacia el cambio, una búsqueda de nuestra esencia y una necesidad de destapar el alma y la humanidad que compartimos.
Gracias de nuevo por vuestras ganas y por cada granito de arena... El que siembra, recolecta...
